jueves, 22 de septiembre de 2011

UN AÑO MÁS


Un año más se ha cerrado la campaña de verano y como cada año, los peregrinos han ido llegando a Santiago con su esfuerzo, su cansancio y sobre todo con su alegría.
Este año, los peregrinos que han estado con nosotros, han cubierto todos los tramos de edad, desde los seis años a los setenta y dos, y  todas las condiciones, desde mujeres y hombres solos, a grupos de amigos o familias enteras, se han lanzado a vivir esta maravillosa experiencia de vida que es el Camino de Santiago.
Como cada año, como en cada ruta, los peregrinos nos han ido enseñando y renovando el espíritu que mueve el Camino.
Los hemos visto caminar a pesar de las dificultades que a veces representa su estado físico: antiguas hernias de disco, hipotiroidismo, sobrepeso, antiguas fracturas, artrosis y por supuesto, el sedentarismo de la vida cotidiana; y los hemos visto avanzar a pesar de los dolores y molestias que el Camino les ha ido generando en cada etapa.
Pero sobre todo, les hemos visto caminar, poniendo el corazón y la voluntad en cada paso que han ido dando, les hemos visto avanzar pese al cansancio, pese al dolor o las molestias, venciendo cada obstáculo, para cumplir la promesa en algún momento realizada, para cumplir el sueño de realizar el Camino, supliendo con ilusión y ánimo la fuerza que en las piernas en algún momento les faltaba.
Hemos ido viendo, como grupos de desconocidos se integraban formando una pequeña familia, como se han apoyado para conseguir llegar al final, como han sido capaces de mirar y preocuparse más de quien tenían a su lado, que al frente y al final de la etapa, como han ido avanzando paso a paso y, sobre todo, como El Camino ha entrado en ellos.
Los hemos visto seguir, cuando los dolores y el cansancio hacían mella en ellos, como caminaban con sus pies magullados y con medias para paliar el dolor, pero siempre caminando con una sonrisa y una alegría que les surgía del corazón.
Y, les hemos visto llegar a Santiago y hemos compartido con ellos la profunda emoción que embarga al peregrino cuando se encuentra frente a la Catedral, cuando las lágrimas y los abrazos son más expresivas que cualquier palabra.
Son ellos, los peregrinos que durante más de mil años llevan haciendo El Camino, los que han sembrado esta ruta de algo mágico, que no se puede ver ni tocar, pero que es fácil sentir, los que nos alientan, los que nos enseñan, los que nos renuevan el espíritu, los que nos mueven  a continuar nuestro trabajo y a todos ellos, les queremos reiterar, nuestro profundo agradecimiento.
Ahora que entramos en otra etapa, la que cubre el otoño y el invierno, cuando el Camino se vuelve más íntimo y tranquilo, su presencia, su ánimo, su alegría, siempre estarán con nosotros y los nuevos peregrinos sentirán la magia que han ido depositando los anteriores en la tierra, en cada una de las piedras que forman el Camino.
Gracias a todos por dejarnos participar de esta experiencia.
Viajes Gutzu

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