lunes, 12 de marzo de 2012

Etapa V Pedrouzo - Santiago de Compostela


Es nuestro quinto día de Camino y Santiago es hoy nuestra meta, lo que condiciona claramente nuestra marcha.
El grupo está más hablador que nunca, hoy no se piensa en el cansancio ni en lo que resta de Camino, el final del Camino se presiente y durante ratos parece más un paseo que una fatigosa marcha.
El tramo de camino que va desde Pedrouzo hasta Amenal, es uno de los más bellos del Camino, atravesando sus maravillosos bosques, con una senda perfecta para caminar, casi alfombrada.
La corta distancia que nos resta a Santiago surte a veces un efecto engañoso y hacernos creer que “ya casi estamos”, cuando aún falta un buen tramo, y las paradas se producen con más frecuencia de la acostumbrada.
La primera parada es en Amenal, tras cruzar la carretera  por debajo de la misma por un paso de peatones, donde un café ocupa un lugar estratégico en el Camino justo antes de empezar a subir por la cuesta del mismo nombre, que se prologará por un buen rato, poniéndonos en claro que todavía no hemos llegado y las cuestas todavía nos aguardan.
El Camino nos conducirá al lado de la valla del aeropuerto, por un camino de tierra hasta San Paio donde tendremos que cruzar la carretera para tras subir una nueva cuesta llegar a Lavacolla momento en que el Camino se junta con la carretera que ya no nos abandonará hasta Santiago.
Nos encaminamos hasta el punto previo a Santiago, el mítico Monte do Gozo que en todos los peregrinos causa cierta inquietud, sobre todo porque la palabra Monte implica para ellos subidas y esfuerzo.
No es cierto, la ascensión al Monte do Gozo no supone ningún esfuerzo, a la que ascenderemos por una calle perfectamente provista de aceras y bares a ambos lados, pero antes, en el propio Camino, vislumbraremos el monumento, que el alto del Monte nos indica que estamos próximos.
La tradición indica que el primero en llegar al alto del Monte do Gozo, era considerado el Rey de la peregrinación, pero la verdad es que llegados a este punto, nadie tiene la mínima intención de acelerar el paso para conseguir tan dudoso honor.
Desde aquí a Santiago, que ya vemos ante nosotros, resta una bajada que en paralelo a la carretera nos llevará a la parte nueva de la ciudad.
Estamos en Santiago, pero aún resta para terminar nuestro Camino, pues la entrada en Santiago se hace lenta al tener que atravesar la ciudad nueva, que por unos kilómetros todavía nos tendrá en el Camino.
Hay que reconocer que pasar por la ciudad después de los días pasados en el Camino, causan su impacto. El Tráfico, los semáforos, se vuelven enemigos que hay que quitarse lo antes posible.
Poco a poco, llegamos a la ciudad vieja, aunque no estaremos en el casco histórico de la ciudad hasta que no atravesemos la Puerta del Camino, donde la ciudad se vuelve amable y sobre todo, se vuelve peatonal.
Desde aquí, la historia de mil años nos acompaña, las piedras que han visto pasar a millones de peregrinos nos contemplan y a cada paso, los monumentos en forma de iglesias y edificios nos saludan.
El ambiente en el caso histórico es bullicioso, peregrinos y turistas nos reciben en una ciudad que siempre es alegre.
A nosotros nos quedan metros, los últimos pasos de nuestro Camino. El cansancio ha quedado olvidado, los dolores y los esfuerzos han desaparecido.
La emoción es fuerte en el grupo, nadie es indiferente al sentimiento de llegar, de haber conseguido finalizar nuestra peregrinación.
La entrada en la Plaza del Obradoiro con la fachada de la Catedral nos recibe. Hemos llegado y nuestro Camino ha tocado a su fin.

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