domingo, 16 de septiembre de 2012

Santiago merece un día más



La llegada a Santiago, tras los días de peregrinación, provocan en todo peregrino una fuerte carga emocional.
Tras pasar por la Puerta de Azabachería, con la entrada en la Plaza del Obradoiro, los sentimientos fluyen de forma incontenible y en muchos casos, las lágrimas brotan. Atrás han quedado los temores a no poder llegar, a no ser capaz y frente a la Catedral, los sentimientos se acumulan y las actividades también, desde los abrazos a los compañeros, ya amigos,  que han venido a nuestro lado durante estos intensos días,  las llamadas telefónicas a la familia, para transmitirles nuestro éxito y alegría, las fotografías que dejarán para siempre recuerdo de este hecho, sin duda inolvidable.
Pero no hay un momento que parar, pues las actividades que nos esperan,  son muchas y de obligado cumplimiento. Primero, recoger nuestra bien ganada Compostela, el abrazo al Santo, visitar la Catedral aunque sea en un recorrido breve….
Hay que optar inevitablemente entre la visita a esta hermosa ciudad o hacer las compras de los recuerdos y regalos. El tiempo se queda corto en una ciudad con tanta historia y tanto que ver.
La opción, un día más, que nos permita visitar de forma tranquila sus principales monumentos, El Convento de San Martin Pinario, San Fructuoso, la iglesia de San Francisco, gozar de un almuerzo en un claustro y pasear por sus ruas cuajadas de pazos así como por la alameda desde donde tendremos la mejor vista del conjunto de la Catedral.
Santiago, como cualquier ciudad histórica, no se termina nunca de visitar, pero un día más, sin prisas y sintiendo cada momento, nos la acercará más al corazón.

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