jueves, 12 de abril de 2012

El Camino a partir de los 50


Como cada año, a partir del mes de Marzo, el Camino se va poblando de peregrinos, que a pesar de sus diferentes motivaciones, tienen dos aspectos en común, llegar a Santiago y la esperanza en que algo, de lo mágico y maravilloso de esta ruta, quede para siempre dentro de ellos.
En esa hilera infinita de peregrinos, cada día, son más los que a partir de los cincuenta y hasta los setenta y cinco años, incluso a veces con más edad, se lanzan a la aventura del Camino.
Muchos de ellos, nos cuentan que han estado años detrás de poder realizarlo, pero solo ahora, que disponen del tiempo afrontan la aventura.
Son parejas, pequeños grupos y, también hombres y mujeres que por solitario se apuntan y se integran en los grupos con una enorme alegría e ilusión.
Si el Camino tiene muchos momentos mágicos, ver a estas personas, es sin duda alguna uno de ellos.
Afrontan el Camino, no pensando en la fuerzas de sus piernas, si no con la  fuerza que les surge del corazón y la cabeza.
Acometen cada subida con un espíritu juvenil, que muchos jóvenes quisieran y, aprecian cada detalle, que otros con más prisas ni siquiera intuyen.
Yo, que a tantos he llevado en el Camino, no dejo de sentir especial alegría cuando este grupo de “jóvenes maduros” llega a Santiago. La emoción ante el reto superado, la alegría por la promesa cumplida, la satisfacción de haber conseguido lo que durante tanto tiempo dudaba poder conseguir, se convierte en una mezcla de lágrimas y risas en la Plaza del Obradoiro, frente a la Catedral de Santiago.
Si su alegría es mucha, la nuestra, al haber podido ayudar a que el sueño se convierta en realidad, es todavía mayor.
Nosotros, que como guías tantas veces realizamos el Camino, andando con los grupos, desde cualquier punto del mismo, no dejamos de asombrarnos de su ánimo, de su espíritu.
Por supuesto, el Camino para ellos debe ofrecer al finalizar la etapa, un buen alojamiento y cena, donde reponerse del esfuerzo, que para ellos se multiplica en función de la edad y, la seguridad de saber que cuentan con alguien constantemente, caminando junto a ellos, que pueda atender cualquier eventualidad, suficiente esfuerzo realizan caminando cada etapa.
Ellos, son los más auténticos peregrinos que pueblan el Camino, los que ponen el máximo esfuerzo y el mayor ánimo, los que suplen la fuerza  física, con una férrea voluntad.
Desde aquí, nuestro homenaje y nuestro respeto a ellos que no solo hacen el Camino sino que hacen que el Camino quede para siempre en su corazón y en el nuestro.