jueves, 14 de julio de 2011

Final de etapa y alojamiento

FINAL DE ETAPA Y ALOJAMIENTO

Hay algunos conceptos en el Camino, sobre todo en sus etapas finales, que deberían ser revisadas por los peregrinos que deciden hacer el Camino de Santiago.
Una de ellas y probablemente, la más importante, es el alojamiento, ya sea este realizado en albergue o en hotel u hostal.
Querer hacer coincidir siempre el final de etapa, con los finales que figuran en las diversas guías del Camino, está suponiendo para el peregrino que va de albergue, un verdadero quebradero de cabeza.
Al ser las plazas de albergue limitadas y confluir masivamente los peregrinos en los finales de etapa marcados en las guías de viaje, conseguir una plaza se convierte en una verdadera carrera.
Para poder estar en la fila, en un puesto que garantice la plaza en el albergue, y contando que los mismos abren sus puertas a la una del mediodía, los peregrinos salen a caminar a horas realmente tempranas, y ya se está convirtiendo en norma, ver a los peregrinos durante los meses de verano caminando a las cuatro y media o cinco de la madrugada.
Esta situación, además de desvirtuar el espíritu del Camino, pues se acaba convirtiendo en una competición deportiva para la consecución de plaza, representa un incremento del riesgo de lesiones, pues tropezar con una piedra o rama en el camino por la falta de luz es considerablemente más fácil.
Adicionalmente, puede ocurrir que uno a pesar de ponerse en el Camino a las seis de la madrugada, se encuentre en determinadas poblaciones, que cuando llegue, las plazas de albergue estén completas o no tenga plaza en el albergue deseado, teniendo que recurrir a albergues privados de mayor precio.
Es evidente que la solución pasa por planificar las etapas contando que el final de las mismas, no coincida necesariamente con el marcado en las guías. Hay albergues situados en poblaciones intermedias, incluso más interesantes que las marcadas en las guías porque conservan mejor su casco histórico antiguo. Se evitaría la masificación y también el abuso en precios, que en determinadas poblaciones se da, contando con que siempre van a tener el “lleno” puesto en sus establecimientos.
En cuanto a aquellos que realizan el viaje organizado y por lo tanto van de hotel u hostal, el mismo caso.
Aunque para estos, no existe el riesgo de no encontrar plaza, pues sus reservas ya están realizadas y por tanto no tienen que realizar un especial esfuerzo en madrugar, al no estar condicionada su hora de llegada, el hecho de querer un hotel en los finales de etapa marcados en las guías, está suponiendo que al ser las plazas muy limitadas, los precios de los hoteles u hostales se vuelven abusivos, sobre todo para lo que ofrecen algunos.
Desplazarse unos pocos kilómetros, sobre todo cuando se cuenta con coche de apoyo, es la solución. En cuanto uno sale de lo que es estrictamente el Camino, encuentra mejores posibilidades, menos masificación y unas prestaciones más elevadas, en alojamientos con mucho más encanto.
La conclusión es que hay que planificar las etapas, no obsesionándose en hacer coincidir las mismas con lo que marcan las guías de viaje.
El Camino está marcado por su ruta, por las poblaciones por las que pasa, por su significado, por las personas que uno va conociendo a través de las etapas y de la experiencia maravillosa que supone. Condicionar todo a que el alojamiento coincida con determinadas poblaciones puede arruinarnos la experiencia y convertir el Camino de Santiago en una especie de carrera competitiva que poco tiene que ver con la esencia del Camino.

jueves, 7 de julio de 2011

CAMINO DE SANTIAGO POR LIBRE O EN GRUPO ORGANIZADO


CAMINO DE SANTIAGO POR LIBRE O EN GRUPO ORGANIZADO
Este debate, que se mantiene abierto desde hace bastante tiempo, y que sobre todo en la época estival tiene mayor presencia, al coincidir tanto el viaje por libre como el camino organizado en la ruta, es, en mi opinión, un debate estéril y que no tiene fundamento alguno.
Partiendo  de la consideración que El Camino de Santiago no es una senda deportiva, aunque muchos y con todo derecho así lo utilicen y que no hace mayor peregrinaje el que más kilos porta a su espalda, el debate pierde una parte fundamental de su contenido.
Fue el libro V del Codex Calixtinus de Aymeric Picaud durante la Edad Media quien lo popularizó como sendero espiritual. El libro escrito en el año 1135 permanece guardado en el Archivo de la Catedral de Santiago y desde entonces los peregrinos que han acudido al Camino lo han hecho de las más diversas formas.
Desde entonces hasta nuestros días, los peregrinos han realizado el Camino según sus posibilidades. Desde reyes con grandes despliegue tanto en medios como en alojamientos hasta el más humilde peregrino que malvivía en su recorrido y dormía muchas veces al raso.
Querer realizar una comparación con el peregrino de la Edad Media, se antoja un despropósito. 
Hoy tanto por equipo (botas, mochilas, sacos de dormir, chubasqueros para el agua) como por la existencia de albergues donde alojarse y asearse, el Camino se encuentra muy distante del que hace siglos un peregrino recorría.
En cuanto al esfuerzo no es comparable el que realiza una persona de cuarenta y cinco o cincuenta años, que no está habituada a las rutas, por mucho que una organización le transporte la mochila o le aloje en un hotel con el que hace un peregrino de veinte años, aunque porte a su espalda una mochila con diez kilos de peso, no es comparable. El esfuerzo tanto físico como psicológico es mayor para el primero y representa un gran reto y un gran éxito el logro de llegar a Santiago.
En todo caso, El Camino es una ruta de aprendizaje, de comprensión y en ella deben convivir cada concepto, cada forma de entenderlo y de vivirlo pues son el conjunto de ellas las que enriquecen esa experiencia maravillosa que es El Camino de Santiago.